|
FEMINISMO Y MELANCOLÍA
Leopoldo Alas
La inclasificable Shangay Lily,
nuestra primera drag queen (recuerdo el desconcierto que provocó su
aparición en público, cuando todavía no estábamos familiarizados con ese
concepto de transformista que venía de EEUU y dejaba obsoleto al travesti
patrio de toda la vida), ha tenido una compleja trayectoria artística,
mediática y literaria. Fundó la primera fiesta temática para gays que hubo en
Madrid, el Shangay Tea Dance, y dio nombre a la primera revista gratuita para
homosexuales (hoy, una de las cabeceras estrella de la prensa gay), el Shangay
Express, que dirige Alfonso Llopart.
La televisión nos
familiarizó con su presencia extrañamente andrógina, demasiado masculina para
ser femenina y viceversa, con su insólita estatura, sus turbantes y su manera
de hablar como con acento extranjero de no se sabe dónde. Manuel Gómez Pereira la inmortalizó en su
comedia Boca a boca, y no tardó en convertirse en el fetiche de toda
fiesta y acto social o cultural que se preciara de ser moderno. Entre tanto, el
escritor malagueño que se oculta tras semejante máscara, Enrique Hinojosa,
acepto anularse de buen grado para que sólo brillara la estrella, no sin antes
prestar a su alter ego su parte de talento para que ella alumbrara por
ambos cuatro libros hasta la fecha, las novelas Machistófeles y Escuela
de glamour, y lo ensayos Mari ¿me pasas el poppers? y Hombres...
y otros animales de compañía.
Habrá más seguro, porque
la vocación literaria de Shangay Lily es genuina. No en vano dirigió y presentó
durante dos temporadas su propio programa literario, el Shangay Café, en
el canal de televisión Onda 6 del grupo Vocento, por el que desfilaron primeros
escritores, desde Susan Sontag a
Jesús Ferrero, pasando por su amiga Lucía Etxebarría y tantos otros y otras que no citaré para
evitar imperdonables olvidos.
Su teatro también es
literario. Hace cinco años pudimos comprobarlo cuando interpretó sus Monólogos
feministas para una Diva. Luego vino la adaptación que hizo para las tablas
de su primer ensayo. Y esta semana ha estrenado en la sala Triángulo (calle de
Zurita, 20; hasta el 19 de junio) Uterolandia,
una obra nítidamente feminista en la que pone voz a óvulos, espermatozoides,
cigotos, aminoácidos colocados, díscolas feromonas, hormonas orgiásticas,
oxitocinas corporativas o una pomposa Ribonucleasa H que habla como Naty Mistral. En el bufé amniótico canta cinco bolerazos
con arreglos electrónicos que son una joya. Una comedia inteligente en la que
se filtran aspectos personales de la propia Shangay que la llenan de
melancolía.
|